Desde la llegada de conquistadores al territorio mexicano, trasplantaron formas artísticas según Jorge Alberto Manrique en su ensayo “el trasplante de las formas artísticas españolas a México” en el cual trata de explicar el problema en el cual muchos historiadores se envuelven, es decir cómo es que la arquitectura novohispana tiene características muy propias e individuales y por las cuales son pertenecientes a un estilo en particular además de la existencia de los conjuntos arquitectónicos que responden a necesidades específicas de ese momento y que no siguen exactamente a los modelos europeos, agregando elementos totalmente nuevos, es ahí donde se podría hablar de una “ mexicanidad” que fue creándose inconscientemente y de la cual se engendró una identidad , en la cual la colectividad vivió inmersa en ella .
Jorge Alberto Manrique dice
que explicar este problema es mucho más complejo de lo que parece, así mismo
descarta que la “mexicanidad “no es
posible que se identifique con el arte popular receptor de un carácter indígena,
pues a la tradición artística de México antiguo,
estaba obviamente perdida más allá del siglo XVI, además de que no haría mexicanas más que a las
obras populares, con exclusión de las obras "metropolitanas”.
Por otro lado está claro que
el modelo ideal de construcción novohispana era el español, pero las condiciones no permitieron nunca una
copia exacta de lo que se tenía en la península, pues el autor señala que esto
solo pudo ocurrir durante el siglo XVI pues
después ya se tiene un mejor conocimiento , sobre uso de los materiales y los recursos de la Nueva España pero la hipótesis que sostiene su ensayo
es el mal entendimiento y lectura de las
obras europeas, y por consecuencia se verá afectada la construcción por ejemplo
el convento de Huaquechula tienen gorras
de encomenderos sin saber que realmente
lo que se quiere representar son nimbos.
Catedral Metropolitana, Ciudad de México
Conforme transcurrió el
tiempo y la distancia cultural fue acortándose
pero para entonces las principales ciudades novohispanas ya irradiaban
novedades artísticas, lo cual se vio impulsado por escuelas artísticas con modalidades locales , pues durante el
siglo XVII la situación cultural ya no
era la misma que la del XVI, ya se había constituido la llamada cultura
criolla, aunque nunca se tuvo conciencia de hacer algo diferente pues siempre
se buscaba imitar los modelos españoles , aunque la situación de no ser Europea
, hace que la sociedad colonial se aferrará a los valores, y estilos que conoce como suyos.
Otros autores como Vicente
Mendiola Quezada y Cesar Tenorio Gnecco con una formación de arquitectos dan
una visión poco objetiva sobre el barroco novohispano pues mientras Mendiola
utiliza conceptos muy contradictorios
como Neoclásico abarrocado[1], Gnecco hace alusión al
concepto de barroco sobrio[2] lo cual deja fuera mucha
de la explicación que nos ofrece el estudio en historia del arte, aunque
también Mendiola nos ofrece buenas
descripciones puramente arquitectónicas
de los edificios.
La arquitectura religiosa en
la Nueva España según George Kubler en su obra Arquitectura Mexicana del siglo
XVI, indiscutiblemente inicio con la
dirección de las ordenes mendicantes , las cuales fueron una parte fundamental
para la evangelización y estos prepararon a indios con conocimientos en la
construcción, la poca mano de obra complicó el trabajo , pues la deficiencia en
la planeación y la ausencia de fuerza de trabajo propicio que se cargara la labor hacia
los indios por ejemplo se acusó a los indios de Oaxaca por desperdiciar
esfuerzos en reconstrucciones “absurdas”, pero también los frailes se organizaron para
impedir la intervención de los europeos en las obras arquitectónicas provinciales,
por lo cual se les acusó que querer
convertir a la Nueva España en un enorme monasterio debido a la gran actividad
constructora que despeñaban las distintas ordenes en todo el territorio, por
ejemplo la orden agustina en Michoacán donde iniciaron extensos periodos de
construcción y pocos fueron completados en una sola campaña es importante señalar que las obras que construían los mendicantes
tenían que ver con la densidad de la comunidad
para la cual era destinada.
La falta de arquitectos y
libros sobre el tema fueron evidentes ya que estos no circularon hasta la segunda mitad del siglo
XVI, pero no por eso no fueron exitosos, todo lo contrario incluso los detractores elogiaban a los
indios la capacidad de aprendizaje en los nuevos oficios, una razón por la que los
indios no llegarán a los altos cargos en
gremios fue debido al temor de
competencia por parte de los europeos. Por ejemplo el arquitecto Miles Philips estuvo
cautivo por algún tiempo en la Nueva España, él superviso el proceso de
construcción indígena de San Agustín en la ciudad de México, lo cual no era
fácil pues la dificultad del trabajo indígena se encontraba en la diversidad de
tradiciones tribales, durante ese tiempo Philips aprendió náhuatl y se convirtió en
admirador del trabajo indígena.
Maríe Thérèse Réau en su
obra portadas franciscanas , explica que incorporar la edad barroca en época tardía a México no es sorprendente
debido a su dependencia con Europa , pues incluso se siguen edificando portadas
barrocas en el siglo XIX como la de Santa Cruz
de Atzcapotzaltongo cerca de Toluca , una característica fundamental es
que durante el último tercio del siglo
XVII y todo el S.XVIII se utilizó la piedra labrada , pero en el
medio rural se comenzó a utilizar la argamasa que es un material muy maleable ,
perfecto para la decoración de exteriores (propiciando la abundancia de
decoración), además de ser económico.[3]
Las ordenes mendicantes
además de levantar los edificios, trazaron pueblos, gobernaron las comunidades,
educaron a los indios bajo sus principios,
trazaron caminos lo cuales fueron de gran importancia pues sin ellos muchos de los pueblos no
hubieran podido sobrevivir debido a la falta de comunicación e intercambio
comercial, por ejemplo cuando se inició
en 1564 la carretera que iba de la capital a Toluca, debido al territorio tan montañoso
y difícil pero que era necesario
de cruzar.[4]
Israel Katzman, aunque no
pertenece específicamente a la temporalidad que aborda Kubler pero este nos da un panorama general de la
cantidad de edificios que se irguieron durante estos siglos en su libro de Arquitectura religiosa en
México 1780-1830 dice que entre 1780 y 1820
se ha registrado más de 3000 obras
de los cuales 2400 son templos y de esos 2300 son católicos, el 68%
tiene una planta de rectángulo y el 27% tiene un espacio de cruz latina.[5]
[1]
Mendiola Quezada Vicente, Arquitectura
del estado de México en los siglos XVI,XVII,XVIII,XIX, Instituto Mexiquense
de Cultura, Toluca Estado de Mexico,1982.
[3]
Réau Maríe Thérèse, Portadas Franciscanas,
El colegio mexiquense, Zinacantepec , Estado de México,1991
[4]
George Kubler, Arquitectura mexicana del
siglo XVI, Fondo de Cultura Económica, México , 1982
[5]
Katzman Israel,
Arquitectura religiosa en México 1780-1830,Fondo de Cultura Económica
,México 2008
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